Estudiantes de Enfermería compaginan voluntariado y prácticas en Aita Menni

Cuatro futuras enfermeras de la Universidad de Navarra trabajan como voluntarias el mes de junio
Erizaintzako lau ikasle boluntario moduan eta praktiketan aldi berean aritu dira Aita Mennin

Derrochan ilusión y ganas. Son Cecilia Recuero, Clara CabreraMarta Bernar y Cecilia Álvarez, las estudiantes de Enfermería de la Universidad de Navarra que han venido como voluntarias a trabajar un mes en el Hospital Aita Menni. Como suele pasar, supieron de lo que ellas califican como “oportunidad” a través de un contacto personal y no se lo pensaron. Menos verano en Galicia, Córdoba, Pamplona o San Sebastián para medir constantes, hacer curas, administrar medicinas… Para ayudar a los profesionales del centro a atender a los pacientes.

A los pocos días y con apenas 20 años, ‘las nuevas’ se mueven con naturalidad por las instalaciones. ¡Hola, Miguel! ¡Hola, maja! Todas se saben los nombres de todos, de pacientes y trabajadores,  y los tratan con respeto y cercanía. Reparten sonrisas. Dan mucho cariño; saben lo importante que es un buen gesto para las personas que viven en el centro.

Conocimiento teórico y práctico

Su estancia les ha servido, sobre todo, para romper sus esquemas sobre la enfermedad mental. “El Hospital no es para nada como me había imaginado un psiquiátrico. Se trata a las personas con normalidad. En realidad ésta es su casa”, subraya Cecilia A. “Hemos cogido experiencia y aprendido sobre la enfermedad mental –insiste Marta-, incluso asistimos a una charla del director médico sobre el tema que fue muy interesante. Desde luego, vamos a afrontar el próximo curso con mayor seguridad”.

Clara reconoce que entrar en su unidad, la de Discapacidad intelectual con trastorno de conducta, al principio “le impactó” y que también le ha sorprendido lo rápido que se les coge cariño a los pacientes. Se marchan el día 2 y más de un paciente lleva por cuenta los días que le quedan para despedirse ellas. Cecilia R. reseña cuántas veces escuchan “anda, dame un beso, bonita” y frases del tipo: “cuando te vayas voy a llorar”, que llegan muy adentro.

Las cuatro jóvenes se van con un grato recuerdo de la amabilidad de “todo el mundo”, desde Pilar, la chica que les sirve a diario en el comedor, hasta el responsable de Voluntariado o el propio gerente. No quieren dejar de agradecer la confianza que en ellas han depositado sus supervisoras: Nagore, Espe, Olatz, Eva y Miren, siempre atentas a su trabajo. Sin lugar a dudas, se alegran de haber decidido pasar el mes de junio alojadas en el pequeño chalé de las Hermanas Hospitalarias que, según dicen, se han portado con ellas “como unas madres”. A buen seguro, no van a olvidar este verano.