La Identidad Hospitalaria define nuestro trabajo asistencial

Reflexionamos con Alejandro Florit sobre el modo en que la cultura de la Institución guía el quehacer cotidiano de nuestros equipos profesionales. El director Identidad Hospitalaria nos recordó la importancia de mantener la actitud de servicio en la atención integral, siempre centrada en cada persona asistida, con rigor y la mejor calidad profesional.
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En Hermanas Hospitalarias los cuidados ocupan un puesto tan relevante como los tratamientos. En torno a la fiesta de San Benito Menni, Alejandro Florit se acercó hasta Mondragón para reflexionar con los profesionales del Hospital Aita Menni sobre la Misión Hospitalaria que define nuestro modelo integral de atención a las personas enfermas.

Nuestra Misión encarna y expresa el carisma de la Hospitalidad en la acogida, asistencia y cuidado especializado. La actitud de servicio, con atención integral, a favor de la salud de las personas que asistimos, se hace cualificadamente eficaz si nuestro trabajo alcanza, con rigor, la mejor calidad profesional. Frases como estas fueron pronunciadas por el director de Identidad Hospitalaria de Hermanas Hospitalarias España en su conferencia ‘Tratar y cuidar la vulnerabilidad: una reflexión desde el Marco de Identidad’.

Competencia y calidad profesional + compasión y empatía

«Toda persona es vulnerable y necesita cuidados, desde el nacimiento hasta su muerte. Y cada persona tiene derecho a escoger la manera de ser cuidada. Para saberlo hay que conocerla. Competencia y calidad profesional no bastan; requieren compasión y empatía, preocuparse por los demás de manera responsable. Porque los cuidados son relacionales e integrales», afirmó Alejandro Florit, además «sólo se puede cuidar cuando se ve al otro como persona, integralmente: entender su estado físico junto a su estado emocional, psicológico, social o espiritual; todo ello en ocasiones puede afectar más que los síntomas en sí mismos de la enfermedad», añadió

«¿Los programas responden a las necesidades de la persona que atendemos?¿Quién está al servicio de quién? ¿El profesional al servicio de la persona usuaria o viceversa?». Mediante preguntas retóricas y ejemplos sobre casos que pueden darse en el día a día de nuestros servicios, Florit nos fue recordando aspectos centrales, como que no hay que olvidar ponernos en lugar de la persona a la que estamos tratando y que hemos de potenciar sus capacidades desde planteamientos realistas, contemplando también los aspectos negativos, la frustración, el fracaso y los límites que acompañan a todo ser humano. También a nosotros mismos. 

 

La Identidad Hospitalaria define nuestro trabajo asistencial

Humanidad desde el compromiso

Con frecuencia observamos necesidades que nuestros pacientes no ven. Antonio, un supuesto paciente, ¿pasa a una vivienda supervisada o a una residencia asistida o estar en su casa? Con este y otros ejemplos, Florit insistió en que debemos implicarnos, procurar huir del paternalismo, preguntarnos cómo es feliz esa persona, cuál es su proyecto vital desde sus propios valores, escucharla, respetarla e intentar siempre empoderarla. «Hay que mojarse, negociar, persuadir. Aunque siempre haya una banda de incertidumbre. Dejar pasar el tiempo es tomar también una decisión que implica consecuencias. Y esta no siempre es la mejor decisión», subrayó

En cualquier caso, «el 100% de los pacientes tienen que ser respetados». El director de Identidad Hospitalaria aquí fue taxativo: «Conocer al otro exige, desde esta ética del cuidado, no sólo respetar sus derechos y el ejercicio de su autonomía sino aceptarle como persona. No podemos amar a todo el mundo, pero el respeto es lo mínimo que merece toda persona». «Recuerda que un tropezón es también un paso más largo», dijo respecto a los errores, y que es bueno pedir disculpas.  

Cuidar: un trabajo no siempre reconocido

¿Quiénes somos, qué hacemos, por qué lo hacemos y cómo lo hacemos? Florit repasó las ideas centrales del Marco de Identidad. Ciencia y caridad van de la mano, resumió citando a Benito Menni, y quiso finalizar su intervención reconociendo la labor de las personas que cuidan, «un trabajo en el que es difícil de conseguir la excelencia muchas veces por las condiciones del contexto». «Para cuidar al otro, uno mismo debe cuidarse; es una responsabilidad del propio cuidador compartida con la Institución», concluyó.