Discapacidad intelectual

El juego simbólico como vínculo afectivo entre persona usuaria y profesional

Naroa Odriozola

 

El juego simbólico es toda actividad espontánea en la que se recrea un escenario como entretenimiento. No es una tarea productiva sino transformadora, que trata de recrear el mundo, de reconstruir e interpretar la realidad, de darle un significado personal, que pone el foco en la persona usuaria y sirve de herramienta al profesional.
Una monitora desarrolla un juego simbólico con un paciente
A lo largo de los años, han sido muchas las personalidades que han investigado sobre los beneficios del juego. Albert Einstein, por ejemplo, decía que el juego es la forma más elevada de investigación. O más recientemente, el psicopedagogo Francesco Tonucci afirma que todos los aprendizajes más importantes de la vida se hacen jugando. Sin embargo, a medida que la vida avanza y nos convertimos en personas adultas, dejamos el juego a un lado. No obstante, en la Unidad de Discapacidad Intelectual y Autismo (UDI) del Hospital Aita Menni de Mondragón se comprueba día a día la importancia del juego (y más concretamente el juego simbólico) como herramienta para aprender y crear vínculos afectivos sólidos entre personas usuarias y profesionales.

Definiendo el juego

Según el psicólogo Ovide Decroly (1914) (1), “jugar es una disposición innata que provoca reacciones espontáneas bajo la influencia de estímulos adecuados”. Para el psiquiatra Donald Woods Winnicott (1979) “el juego se sitúa en la intersección del mundo exterior con el mundo interior”. Y la psicóloga Maite Garaigordobil (2005:18) (2) afirma que “el juego es una actividad que procura placer, entretenimiento y alegría de vivir, que permite expresarse libremente, encauzar las energías positivamente y descargar tensiones”.

En definitiva, jugar es comunicarse, es compartir unas reglas, es ser miembro de un colectivo, es participar con los demás, es dejar las preocupaciones y pasar un buen rato, experimentar, aprender. Pero, ¿qué hay del juego simbólico?

El juego simbólico es toda actividad espontánea en la que se recrea un escenario como entretenimiento. Por ejemplo, podemos observar cómo una caja de cartón se convierte en un barco pirata o una escoba en un caballo. También la representación simbólica de actividades más cotidianas como fingir que quienes juegan son padres, madres u otros personajes como piratas o médicos.

Beneficios del juego en las personas con discapacidad

Entendiendo que todas las personas no somos iguales y que por lo tanto cada cual tiene unas características fundamentales propias que deben ser atendidas, en el ámbito del juego también debemos conocer los gustos y necesidades de las personas que atendemos. Y para ello, es fundamental dedicarles tiempo para conocerlas y ver su forma de jugar, de comunicarse, sus gestos, etc.

El juego simbólico como vínculo afectivo entre persona usuaria y profesional

Tal y como se ha mencionado anteriormente, el juego es una herramienta que posibilita el aprendizaje puesto que parte de la propia experiencia, implica placer, espontaneidad, motivación, participación, comunicación y conocimiento de sí mismo, de los demás y del mundo que nos rodea (3).

Asimismo, tiene infinidad de ventajas; en lo que al área motora se refiere, el juego facilita el movimiento, la exploración del entorno y la manipulación, además de facilitar la coordinación dinámica general. Cabe destacar, que para la mejora de la manipulación y la exploración es importante programar actividades de conocimiento del entorno, en las que la persona pueda libremente coger los objetos y/o juguetes para comprender así sus posibilidades. Por esta razón es de vital importancia que el/la profesional prepare la actividad lúdica teniendo en cuenta el contexto en el que se va a desarrollar. La elección de un buen entorno para desarrollar la actividad va a estar intrínsecamente ligada al éxito de esta, ya que un lugar con demasiadas variables distractoras puede implicar que la actividad no se pueda realizar de forma adecuada.

El área comunicativa-lingüística es otra de las áreas importantes que se desarrolla a través del juego, pues este fomenta la intención comunicativa. La persona actúa y esta acción desarrolla la adquisición comprensiva y expresiva del lenguaje.

Igualmente, el juego es una herramienta valiosísima con la que poder observar conductas representativas de la persona y la recreación de sus vivencias.

Por si esto fuera poco, mediante el juego se crean vínculos afectivos sólidos entre personas usuarias y profesionales. Y es que la forma en la que les miramos, el trato que tenemos hacia ellos y ellas, el tiempo que compartimos, puede propiciar una transformación en estas personas si se genera un vínculo afectivo. Además, podemos entender el juego desde varias perspectivas:

  • El juego como alimento para el ser: el juego es una herramienta valiosísima para el desarrollo tanto físico como mental. En este sentido, se percibe el juego como algo que estimula a la persona.
  • El juego como posibilidad de encuentro: el juego posibilita demostrar el afecto, compartir tiempo y crear lazos de confianza.
  • El juego como estrategia para el cuidado y la educación: mediante el juego se facilita el desarrollo de actividades cotidianas y de cuidado como, por ejemplo, el vestido y el desarrollo de habilidades.
  • El juego, el tiempo y la creatividad: el juego es una actividad que requiere tiempo, preparación (tanto del propio juego como del espacio) y creatividad para sorprender a quien va a jugar y engancharle.

Por lo tanto, algo aparentemente tan sencillo y espontáneo como el juego simbólico, aporta infinidad de beneficios tanto a la persona usuaria como al profesional, pero sobre todo favorece los vínculos entre ambos. Y es que, al fin y al cabo, el juego simbólico no es una tarea productiva sino transformadora que trata de recrear el mundo, de reconstruir e interpretar la realidad, darle un significado personal (4), poniendo ese foco tan importante en la persona usuaria y sirviendo de herramienta al profesional.

Bibliografía

(1)     Del Toro Alonso, V. (2012). El Juego en alumnos con necesidades educativas especiales: Síndrome de West y otras Encefalopatías Epilépticas. (Tesis doctoral. Universidad Complutense de Madrid, España). Recuperado de: https://eprints.ucm.es/id/eprint/16731/1/T34012.pdf

(2)      Garaigordobil Landazabal M., (2005). Diseño y evaluación de un programa de intervención socioemocional para promover la conducta prosocial y prevenir la violencia. Madrid: MEC. CIDE.

 (3)    Del Toro Alonso, V. (2013). El juego como herramienta educativa del Educador Social en actividades de Animación Sociocultural y de Ocio y Tiempo libre con niños con Discapacidad. RES (Revista de Educación Social). Recuperado de: https://www.eduso.net/res/pdf/16/jue_res_16.pdf

 (4)    Ruiz de Velasco, A. y Abad Molina, J. (2011). El juego simbólico. (1.a ed.). Graó.

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