Lantxas Fernanz, un artista en el Hospital Aita Menni

Pintor artístico y poeta, ecléctico y autodidacta, crea desde hace años en el estudio que el centro tiene a su disposición.
Lantxas Fernanz

Ganó la medalla a la expresión artística en el colegio y un profesor le dijo que no dejara la pintura. Y Manu Lantxas, que firma como Fernanz, nunca ha dejado de pintar desde entonces. Su estudio se encuentra en el propio Hospital Aita Menni, su casa en los últimos años.

Nació en 1967 en Donostia  y creció en Irún; allí se inició en el retrato con el pintor peruano Alfredo Pittó. A los 17 años sintió que le llamaba la ‘universidad de la vida’, dejó todo tipo de estudios y se fue a vivir a las montañas.  Escogió una vida natural y ‘con mucha paz’. Ávila, Cataluña, los Pirineos…  Se ganaba el pan trabajando el cuero, haciendo espejos, pulseras, cometas…, y pintando retratos hiperrealistas.

En el año 1991 decidió pintar de forma profesional, sobre todo retratos y marinas de Fuenterrabia y la cuenca del Bidasoa. A pesar de su gran producción artística, por razones familiares no expuso hasta 1995.

Más adelante se produjo un cambio total en su pintura. Fernanz comenzó a pintar las que él considera sus obras más importantes: ‘Desnudo en la habitación’, ‘Rostros’, ‘Paisaje romántico’, ‘Caverna mágica’, las Playas -al amanecer, al atardecer y al ocaso-,  en las que utiliza el martelé y la técnica del dripping de Pollock  (arenillas y texturas), y la serie ‘Andróginos’. Son cuadros también de tamaño mayor. “El primer andrógino es ‘mítico, lo pinté con 20 años y es mi obra maestra, mitad hombre mitad mujer, mitad súcubo mitad íncubo, mitad demonio mitad ángel…”, comenta el autor.»

«No me considero un genio y tampoco estoy delirando»

De esta etapa, Manu Lantxas recuerda su relación con el colectivo de ‘art brut’ (arte crudo), grupo marginal con el que a pesar de haber participado en exposiciones colectivas dice no identificarse. Una de ellas, ‘Art Brut-Genio y delirio’, se realizó en 2006 en la Sala kubo Kutxaespacio de Donostia, donde firmó en el libro de honor. Haciendo gala de su carácter ecléctico, remacha: “No me considero un genio y tampoco estoy delirando. Soy un autor artístico de forma contemporánea y coetánea. Autodidacta. Y mis estilos y mis técnicas son eclécticos. Domino en general el expresionismo abstracto, figurativo, el puntillismo. Y ahora dibujo pintando. También con la espátula, y eso lo he aprendido yo solo. Pertenezco a la entidad Vegap, que vela por los derechos de autor de los artistas plásticos”.

Manu Lantxas expone con frecuencia, dentro y, por supuesto, fuera de nuestro hospital. Y vende. Sus composiciones más recientes son “Nubes” y “Geometrías”, obras coloristas enmarcadas dentro del expresionismo abstracto. Cuadros que invitan a la metafísica pintados con aerosol. Las últimas, como hemos podido ver en el mercadillo solidario del Día de Familias, incluyen círculos. Más de una le han comprado los propios trabajadores del centro.  “Los retratos se venden bien. Son lúgubres y lóbregos. Ahí me meto en mi interior, ésta es la etapa que estoy viviendo desde hace unos años”, refiere el artista.

Manu Lantxas, cuadros

“Aquí está mi taller. También tengo un ordenador con acceso a internet”

“En el Hospital me permiten pintar. Tengo un taller y un ordenador. Me están ayudando a vender también por internet. Yo valoro mucho esto y que me hayan enseñado a vender y a vivir mi obra con el espectador. Estoy esperando más exposiciones, alguna colectiva con otros tres o cuatro autores”, declara agradecido.

Pero la faceta artística de Manu no queda aquí. Le gusta comprar arte, colecciona obras firmadas por otros artistas, tiene relación personal y a través de la red con pintores como Iñigo Arregi, Jon G. Balenciaga, Mikel Rezola, Valentín Arana. Todo  lo que tenga que ver con el arte le atrae. También la fotografía, ‘aunque no la domino’, lamenta.

En 2013 ha escrito ‘Arte, vida y pintura’, un libro ‘para él’, con 185 páginas, 16 exposiciones y más de 80 cuadros,  que  no tiene intención de publicar. Emmanuel Lantxas sí ha hecho público en internet un libro de ‘Poesías completas’, 90 páginas de poemas. Y mientras escribe, cuando cambia los lápices de colores, los aerosoles y el carboncillo por el bolígrafo o las teclas del ordenador, Manu nos traslada con otro lenguaje sus símbolos, su concepto de la vida y su experiencia.