Navidades felices para unas duras historias personales
Las pacientes de la Unidad de Convalecencia “María Josefa Recio” del Saint Benedict Menni Mental Health Center han celebrado la Navidad con una cena especial y la entrega de regalos –alguna de ellas no recordaba haber recibido nunca uno–. Son momentos de alegría y disfrute, pero detrás de sus sonrisas y sus gestos alegres se esconden historias personales que nos hablan de la marginación a la que se ven sometidas las personas con enfermedad mental en Liberia y en otros muchos países de África.
Encadenada
Una de nuestras pacientes es una mujer de 36 años cuya familia creía que estaba endemoniada. Por ello, la llevaron a una iglesia, donde la encadenaron y le quemaron partes de su cuerpo. Aún conserva grandes cicatrices provocadas por las cadenas en las muñecas y por las quemaduras. Lleva años sin ver a sus hijos. Fue abandonada en un hospital. Sólo se sabe de una hermana que se preocupa por ella, pero vive muy lejos y se encarga de dos de sus hijos.
Durmiendo en los árboles
Otra de las pacientes de la Unidad es una mujer de 45 años, con esquizofrenia paranoide. En sus recaídas suele creer que alguien la persigue y la va a matar, y por ello siempre escapa del domicilio familiar y vive en las calles. Cuenta que dormía por las noches en las copas de los árboles para evitar que los hombres abusasen de ella o le tirasen piedras; todo ello a pesar de que los árboles están infestados de hormigas rojas, cuya picadura es muy dolorosa. Recuerda cómo le llamaban loca y le decían que se alejara. Menciona que sólo una persona fue agradable con ella y le dio algo de comer.
Viviendo en la calle
Atendemos también a una mujer de edad desconocida, con discapacidad intelectual: no sabe cuándo nació y no sabe leer ni escribir. Cuenta que vivía con su hermana, pero el dueño de la casa la echó a la calle por su condición. Su hermana no hizo nada al respecto, y desde entonces ha estado viviendo en la calle y no sabe nada de su familia. También recuerda cómo la gente le mandaba alejarse, le llamaban loca y le tiraban piedras. Mientras vivía en la calle, vio que estaban celebrando un funeral en una casa acomodada, y acuciada por el hambre, entró a robar comida del banquete. La hija de la mujer fallecida la descubrió, y dándole una interpretación simbólica y espiritual a este encuentro, decidió llevarla a un centro especializado y costear su tratamiento y manutención. Desde que la paciente está en nuestro centro, su benefactora ha enviado en varias ocasiones a sus asistentes personales para interesarse por su estado y para traerle cualquier cosa que necesite.
Repudiada por su marido y su familia
Otro de los casos es el de una mujer de 25 años, con diagnóstico de esquizofrenia paranoide, y madre de dos hijos. Desde que enfermó, su familia la ha repudiado y su marido la ha abandonado. Cuenta que su madre también padece psicosis, y se encuentra en un recinto donde al parecer mantienen encadenados a los enfermos y sólo rezan por ellos.
Violada en un hospital
Otra de nuestras pacientes es una mujer de 25 años, diagnosticada de depresión psicótica. Fue violada en un hospital donde estuvo anteriormente. La violación fue presenciada por otras pacientes. Ella menciona que conoció a una joven que se quedó embarazada tras una agresión similar.
Palizas
Otra es una mujer de 36 años, con diagnóstico de esquizofrenia paranoide. Tras el alta de su último ingreso en un psiquiátrico, se escapó en un camión hasta Guinea, donde estuvo desaparecida durante años. Cuenta su familia que ha sufrido abusos. Le faltan varios dientes de la parte inferior de la boca debido a las palizas sufridas. Su familia finalmente dio con ella, y la trajeron de vuelta a Liberia, donde la ingresaron en la unidad de las Hermanas Hospitalarias.
Esta es la realidad que se esconde tras la enfermedad mental en Liberia, y que nos resulta tan difícil de digerir a quienes vivimos a miles de kilómetros en una sociedad del bienestar plena de recursos.
El programa We Are Like You trata precisamente de dar a conocer la situación de las mujeres con enfermedad mental en África, de denunciar la estigmatización y vulneración de sus derechos humanos y de procurarles la mínima atención necesaria para que recuperen su dignidad como personas y puedan vivir en entornos comunitarios.