Discapacidad intelectual

Riesgos sociales en discapacidad intelectual: consumo de tóxicos y redes sociales

Miren Arejolaleiba Etxabe

 

La tasa de exclusión social alcanza un 42,1% entre las personas de 16 a 29 años con DI. Varios estudios recogen que, con menores niveles de consumo que la población general, las personas con DI que consumen sustancias tóxicas tienen un mayor riesgo de desarrollar un trastorno. Por otro lado, se trata de una población muy sensible a la exclusión y abuso de las redes sociales. De ahí el énfasis en la prevención.
Un joven, encendiendo un cigarrillo

Gracias al movimiento y la reivindicación por los derechos de las personas con discapacidad intelectual (DI), desde los años setenta hasta el día de hoy, se podría decir que tanto la visibilidad como la participación de este colectivo en la sociedad ha ido aumentando considerablemente. Pero lo cierto es que, según el Observatorio sobre Discapacidad y Mercado de Trabajo de la Fundación ONCE (Odismet), una de cada tres personas con DI se encuentra en situación de exclusión social y con pocas probabilidades de reinserción. Esto convertido en datos numéricos significa 2,3 millones de personas, lo que sitúa a España en los niveles más altos de Europa.

Este estudio pone en evidencia las dificultades que padecen las personas con DI en el ámbito de la integración e inclusión social, pero lo que más preocupa es la situación de jóvenes con DI, ya que la tasa de exclusión se dispara hasta un 42,1% entre las personas de 16 a 29 años.

Según diferentes investigaciones se ha confirmado que hay varios factores que evidencian que las personas con DI intentan conseguir integrarse en diferentes ámbitos y grupos sociales, queriendo dejar en segundo plano su discapacidad, pero lo cierto es que en muchas ocasiones, esas ganas de querer ser parte de un grupo es más excluyente y perjudicial para este colectivo.

En este artículo aparecen por un lado, las evidencias científicas y datos objetivos de los consumos de tóxicos y la participación en las redes sociales en el ámbito de la discapacidad intelectual, y por otro lado, la realidad y las vivencias de las personas usuarias de este hospital, en concreto, de las personas que están en la unidad que llamamos  UDITRAC Transición.

Para ello, se han creado dos cuestionarios para los y las pacientes del hospital, basándose en lo que dicen profesionales expertos para poder realizar la comparación y observar si los datos coinciden.

Las manos de una mujer, sosteniendo un cigarrillo

Consumo de tóxicos

Los primeros estudios sobre el consumo de tóxicos en DI se realizaron después de la desinstitucionalización de la población con discapacidad. Hoy en día se puede decir que las personas con discapacidad consumen todo tipo de substancias; entre ellas, el alcohol y el tabaco es lo que más prevalece. Aunque hay que destacar que las tasas de consumo entre las personas con DI son inferiores comparando con la población en general, estos trabajos mencionan que las personas con DI que consumen diferentes sustancias tienen un mayor riesgo de desarrollar un trastorno con menores niveles de consumo que la población general.

En el cuestionario que se les ha pasado a las personas usuarias del Hospital Aita Menni, se puede confirmar lo que afirman los estudios, ya que 9 de 10 pacientes encuestados aseguran haber probado alguna vez alguna substancia y más de la mitad, hace mención al alcohol y tabaco.

Teniendo en cuenta dicha información, tanto investigadores como profesionales del ámbito social consideran a este colectivo un grupo de riesgo ante esta problemática y ponen especial énfasis en la prevención de consumo de sustancias psicoactivas en DI.

La evidencia empírica sobre este tema y en personas con DI es muy limitada, y una de las razones es la dificultad metodológica que supone trabajar con este colectivo.

Como ya se ha mencionado anteriormente, las tasas de consumo son menores comparando con la población en general pero varios expertos coinciden que esto se debe a las limitaciones económicas que padecen.

Esta apreciación también coincide con lo que dicen las personas usuarias de UDITRAC Transición, ya que sólo 3 personas de 10 comentan que disponen de suficiente dinero, mientras que las otras 7 dicen que les gustaría tener más dinero a su alcance.

Autores como Simpson (2012) constatan que esta motivación al consumo de alcohol y tóxicos en DI se relaciona la mayoría de las veces con la socialización e integración, por lo que el objetivo principal de las personas que consumen, es superar la exclusión social y participar activamente en la comunidad. Así lo confirman una vez más las personas usuarias del hospital, ya que 6 personas (66%) han admitido haber probado algún tipo de substancia con el objetivo de formar parte de un grupo y no ser excluidos.

A pesar de ello, según los investigadores, hay una nula atención para la ejecución de programas de prevención dirigidas a personas con DI y mencionan que estos programas no están dirigidos a la disminución del consumo de las substancias, si no  al aumento del conocimiento de ellas. Este aumento de conocimiento no está relacionado con un cambio conductual.

Estos profesionales ponen especial énfasis en las familias, ya que consideran fundamentales para la prevención temprana del consumo en personas con DI.

En resumen, se podría decir que los esfuerzos realizados para la prevención de consumo de tóxicos en esta población son escasos, a pesar de que haya conocimiento científico, por lo que consideran fundamental la intervención realizada por parte de familiares y entorno cercano para prevenir el consumo de sustancias.

Pantalla de un móvil con contenidos de una red social

Redes sociales

Actualmente nadie se podría imaginar su vida sin la presencia de las tecnologías de la información y comunicación, en concreto, sin las redes sociales. Y como parte de la sociedad, para las personas con DI también son imprescindibles, ya que tener un perfil activo les ayuda a su desarrollo personal y en la mejora de su relación con el entorno.

Las redes sociales son un medio muy enriquecedor si se realiza un buen uso de ellas, ya que son propicias para ayudar a mejorar en la comunicación con otras personas, con el entorno, para la integración en la sociedad e incluso en el mundo laboral. Pero, no siempre trae consecuencias positivas, ya que, su abuso conlleva grandes problemas, como el aislamiento social. Esta situación viene siendo muy común en las personas con DI, ya que en ocasiones no les resulta fácil mantener relaciones tradicionales, lo cual les crea mayor dependencia en las redes sociales.

Diferentes investigadores realizaron un estudio piloto con el objetivo de conocer qué uso realizan las personas con DI en las redes sociales, ya que anteriormente habían observado que se trata de una población muy sensible a la exclusión y abusos de esta herramienta. En los resultados que se obtuvieron se confirmó en que el 89,3% de los jóvenes con DI tienen una cuenta en alguna red social. Y de ese porcentaje, el 80,6% puede acceder a sus perfiles sin ningún tipo de restricción y cuando quiera, aunque más de la mitad de esas personas no sepa utilizar la aplicación, escribir un comentario o subir y publicar una foto.

En el caso de las personas usuarias de la unidad UDITRAC Transición, 9 personas tienen una red social, lo que en porcentaje se traduciría al 90%, todas ellas comentan poder entrar a esas redes sociales sin ninguna restricción, pero a pesar de ello 6 de las 9 personas admiten no ser capaces de utilizar esas aplicaciones sin ayuda.

En la investigación a la que nos referimos, cuando se pregunta si las personas que tienen agregadas son de su agrado, el 73,1% afirma que sí. En este sentido, el 50,7% comenta que las redes sociales son una forma de relacionarse tanto con la familia como con los amigos de una forma más agradable y satisfactoria que en persona.

A pesar de ello, llama la atención que más de la mitad  de las personas encuestadas, en concreto un 52,5% comenta haber sufrido malas experiencias en las redes, como, insultos, amenazas, acoso, subir fotos suyas o inventarse una historia sobre el/la joven, siendo en la mayoría de las veces ese perfil sólo visible para sus amistades.

Realizando estas mismas preguntas a las personas usuarias, se confirma lo que la investigación dice, ya que según las respuestas obtenidas, 7 de las 9 personas que tienen redes sociales comentan que todas las personas de sus redes son de su agrado, pero aun así la mitad admite haber sufrido una mala experiencia en algún momento de su vida. Entre esas malas experiencias se encuentran los insultos, amenazas, difusión de contenido sin permiso, incluso en tres ocasiones el acoso.

Conclusiones

Estos son dos de los muchos ejemplos respecto a los riesgos sociales que padecen tanto la población en general, y en mayor medida las personas con discapacidad.

En la bibliografía de este artículo se citan diferentes estudios realizados por parte de personas expertas en esta temática, que contemplan similitudes con los datos proporcionados por los pacientes de UDITRAC Transición del Hospital Aita Menni, de forma que en la gran mayoría de las ocasiones coincide las apreciaciones de que los autores y lo que nuestras personas usuarias dicen.

Si bien es evidente que hay varias investigaciones realizadas al respecto, lo cierto es que todas ellas retratan la realidad en datos sin profundizar en el abordaje del problema y en las pautas de manejo ante las personas con discapacidad que padecen estos problemas actualmente tan presentes en nuestra sociedad. Por lo que sería interesante profundizar más en estudios de intervención con estas personas para conseguir el objetivo final: la inclusión social.

Bibliografía

Artículos

La capacidad intelectual límite, la gran olvidada

Leire Zamora Birichinaga

Psicóloga general sanitaria. Máster en Psicología Clínica. Hermanas Hospitalarias Aita Menni.

Trabajamos en la prevención del suicidio

Beatriz Nogueras Ormazabal

Psiquiatra. Jefa clínica. Unidad de Media Estancia. Hospital Aita Menni.

Alteraciones de conducta en trastorno del espectro autista

Cristina Iriarte Iturria

Psicóloga general sanitaria y neuropsicóloga. Unidad de Discapacidad Intelectual y Trastornos del Espectro Autista con Alteración de Conducta. Hermanas Hospitalarias Aita Menni.

Psicomotricidad y autismo

Naroa Odriozola

Monitora. Unidad de Discapacidad Intelectual y Trastornos del Espectro Autista con alteración de conducta. Hospital Aita Menni.

La sexualidad en la discapacidad intelectual

Leire Zamora Birichinaga

Psicóloga general sanitaria. Máster en Psicología Clínica. Hermanas Hospitalarias Aita Menni.

Intervención en las actividades de la vida diaria según el modelo de apoyos. Revisión bibliográfica.

Selene Vélez

Terapeuta ocupacional, Servicio de Rehabilitación y Dinamización Social del Hospital Aita Menni.

Discapacidad intelectual y riesgos sociales

Miren Arejolaleiba Etxabe

Monitora de Rehabilitación y Dinamización Social. Unidad de Discapacidad Intelectual y Trastornos del Espectro Autista – Transición.

De la discapacidad a la participación

Leire Zamora Birichinaga

Psicóloga general sanitaria. Máster en Psicología Clínica. Hermanas Hospitalarias Aita Menni.

Sala Snoezelen: disminución de la conducta agresiva y disruptiva mediante la intervención multisensorial

Leire Zamora Birichinaga

Psicóloga general sanitaria. Máster en Psicología Clínica. Hermanas Hospitalarias Aita Menni.

El papel de las intervenciones psicológicas en la actividad asistencial de Aita Menni

José Antonio Ezquerra Iribarren

Psicólogo. Responsable del área de Persona Mayor de Hermanas Hospitalarias Aita Menni.

Programas de ocio terapéutico en el Hospital Aita Menni

Macarena Aspiunza

Psicóloga general sanitaria y forense . Responsable del Área de Discapacidad Intelectual de Hermanas Hospitalarias Aita Menni.

Selene Vélez

Terapeuta ocupacional, Servicio de Rehabilitación y Dinamización Social del Hospital Aita Menni.

Implantación del Modelo de Atención Centrado en la Persona

María José Nova Sánchez

Psicóloga clínica. Área de Persona Mayor. Hermanas Hospitalarias Aita Menni.